Lejos de los caminos tradicionales, Mauricette Toussaint eligió el inexplorado camino de los artistas autodidactas. En 1977, probó suerte con la escultura en madera, pero tras cinco años de práctica, se dio cuenta de que esta técnica ya no satisfacía sus expectativas. Una cosa quedó clara para ella: era la arcilla la que hablaba a sus manos. La práctica del modelado le permitió descubrir la sensualidad de sus gestos: manos apasionadas abrazando la arcilla viva. Desde 1982, Mauricette Toussaint no ha dejado de explorar incesantemente la riqueza de este material. Trabaja sin modelo. Sus esculturas surgen de una visualización interior. Una búsqueda de la vida a través de todas sus expresiones. Muchas mujeres, de curvas armoniosas, pero también algunos hombres, felices de vivir su paternidad. Una obra fértil y maternal en la que infunde un aire de ternura, un toque de humor, burla y momentos de gravedad, un anhelo de unidad. Presente en numerosas exposiciones en Francia y en el extranjero, Mauricette Toussaint continúa su trayectoria. «Amo la vida», dice con una sonrisa. «Y eso es lo que emana de cada una de sus esculturas».