Ver sin ser visto. Un secreto habita en las pinturas de Annett Fradin. Annett pinta el silencio del tiempo, no el tiempo que abunda y lo invade todo, sino el tiempo que es nada y perdura en su inmovilidad. La infinitud de los días, de los momentos. ¿Pero no es eso demasiado tranquilo, demasiado obvio? Ver lo invisible, tal es el enigma de las pinturas de Annett. La eternidad de lo efímero… Rechaza cualquier tipo de concesión. Capturar lo esencial, una percepción frágil y fugaz, tal es su enfoque. El espacio y la pureza de sus lienzos descansan la mente, permitiendo la evasión sin revelar nada directamente. Nos deja tiempo para nuestros propios sueños y preguntas. Un largo proceso de reflexión antes de pasar al acto de pintar. Desde una paleta sobria con tonos apagados, delicados y vibrantes, rechazando el exceso, la agresividad y la violencia de los colores saturados, se desliza suavemente hacia las profundidades del corazón. Apoyamos a esta delicada artista con gran alegría.